Nos unimos a la celebración mundial de los 200 años desde el nacimiento de Charles Dickens, uno de los grandes nombres de la Literatura: el martes 29 de mayo comentaremos Tiempos difíciles. Probablemente esta sea la novela más comprometida de Dickens, teniendo en cuenta, además, que siempre reflejaba con minuciosidad la
sociedad de su tiempo. Con una actitud claramente crítica, se centra en la observación de un entorno fabril y obrero, para mostrar sin piedad las
desigualdades sociales que provocó la revolución industrial (y que, por
desgracia, aún colean en nuestro tiempo).
Y no nos olvidamos del cachorru babosu Germán, un personaje que busca aventuras. ¿Quién quiere escribirlas?
22/5/12
17/5/12
Un viaje para Germán
-->
Si nuestro sentido del humor dio buena
cuenta de Kafka, no podía ser menos con Céline. Con toda diversidad
de gustos y apreciaciones, interpretamos la obra de este polémico
“negador de todo”, descubriendo una vez más que Viaje al fin de la noche es una novela que sigue teniendo mucho que contar.
Y aunque utilicemos las nuevas
tecnologías para contar nuestras aventuras lectoras, no renunciamos
a lo más cercano, por eso la idea del kamishibai ha tenido
magníficos frutos. Obras de las que sólo podrán disfrutar en
directo cuando estén completadas. Desde un poema de Kavafis hasta
una nueva interpretación de los cuentos de Andersen, tenemos
capacidad para recrear lo escrito.
También tenemos un personaje que busca
aventuras, se llama Germán, y no es humano es llimaz.
5/5/12
Kamishibai
Kamishibai (紙芝居),
literalmente significa "drama de papel", es una
forma de contar historias que se originó en los templos budistas de
Japón en el siglo XII, donde los monjes utilizaban emaki,(pergaminos
que combinan imágenes con texto) para combinar historias con
enseñanzas morales para audiencias mayormente analfabetas. Se
mantuvo como un método para contar historias durante varios siglos,
pero posiblemente se le conozca más por su renacimiento en los años
1920 hasta los años 1940. El gaito kamishibaiya, o cuentista
golpeaba dos pedazos de madera comúnmente unidos por una cuerda,
llamadas hyoshigi, para anunciar su llegada a las diferentes
villas. Los niños que compraban dulces a los gaito kamishibaiya
tomaban los primeros asientos al frente del escenario. Una vez
ubicada la audiencia, gaito kamishibaiya contaba varias
historias utilizando para ello un pequeño escenario de madera que en
la mayoría de los casos poseían muchos detalles artesanales en el
que se insertaban ilustraciones que se iban removiendo a medida que
se contaba la historia. Las historias eran a menudo series de cuentos
cuyos nuevos episodios eran contados en cada visita a las villas.
El resurgir del Kamishibai se puede asociar a la gran depresión de los años veinte donde se convirtió en un medio en el cual los desempleados podían ganar una pequeña cantidad de dinero. La tradición fue en gran medida suplantada por la llegada de la televisión entrado en los cincuenta pero fue recientemente revivida en las bibliotecas japonesas y escuelas elementales.
El resurgir del Kamishibai se puede asociar a la gran depresión de los años veinte donde se convirtió en un medio en el cual los desempleados podían ganar una pequeña cantidad de dinero. La tradición fue en gran medida suplantada por la llegada de la televisión entrado en los cincuenta pero fue recientemente revivida en las bibliotecas japonesas y escuelas elementales.
(Extracto de la wikipedia).
viaje al fin de la noche, Louis Ferdinand Céline
Tras la lectura de Jose Luis Sampedro
afrontamos un clásico imprescindible: Viaje al fin de la noche, del
francés Louis Ferdinand Céline.
Para la mayoría de los críticos esta
novela, junto con Ulises de James Joyce, son el fundamento
novelístico del siglo XX. El tercer fundamental en esta disputa es
El proceso de Franz Kafka, del que dimos buena cuenta –destripándolo
hasta la carcajada– en fechas recientes.
La prosa de Céline sigue ardiendo, aún
más cuando el lenguaje utilitario se propone “políticamente
correcto”. Se hace difícil distinguir lo provocativo que tuvo en
la época su lenguaje.
Nadie duda hoy en día de que Jacques
Cousteau es uno de los mayores defensores de la vida en los océanos,
pero si ven su primer documental (El mundo del silencio,
ganador del Oscar en su modalidad en 1956) se pueden escandalizar al
ver que se usa la dinamita para hacer un censo de peces, o cuando la
tripulación remata a los tiburones sobre la cubierta, o cuando el
barco mata a un ballenato por acercarse demasiado a un banco de
ballenas en su afán de filmación.
Autores que reconocen esta novela: Vonnegut, Baricco, Bukowski, Houellebecq, Ellroy, Cortázar, Bryce Echenique.
El martes 8 de mayo le arreglaremos las cuentas a Céline y su famosa obra.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)